El estreñimiento es un trastorno neuromuscular multifactorial muy frecuente en las personas mayores de 65 años, debido a diversas causas: deshidratación por el bajo consumo de agua, ya que los envejecientes tienen disminuido el reflejo de la sed; pobre movilidad física y encamamiento; bajo consumo de fibras, por problemas en la dentición, prefiriendo alimentos astringentes (plátano verde, arroz, papas, etc); una dieta baja en grasa, para controlar el colesterol y los triglicéridos; y el uso de medicamentos anihipertensivos (amlodipina, nifedipina, verapamil, etc), antidepresivos, opiáceos, antiácidos con aluminio, antiparkinsonianos, antiepilépticos, diuréticos, algunos laxantes, etc.
Un cambio en los hábitos alimentarios es, con frecuencia, clave a la hora de enfrentarnos con un tránsito intestinal lento. Según un metaanálisis, la alimentación rica en fibra aumenta el tamaño del bolo fecal, mejora la consistencia de las heces y disminuye las molestias abdominales, si aseguramos la hidratación (Tramonte SM y col. J Gen Intern Med 1997).
El uso de probióticos (lactobacilos, bifidobacterias) habituales en productos lácteos, en ocasiones complementados con fibra fermentable (fructoligosacáridos —FOS—, maltodextrina modificada), aumenta el tamaño del bolo fecal (30-40% de la masa fecal son bacterias).
Las fibras son el principal componente del residuo fecal, y están constituidas por sustancias de origen exclusivamente vegetal, no digeribles por el intestino delgado humano, y que llegan íntegras al colon donde ejercen su efecto.
Hay dos tipos de fibras alimentarias: fibras insolubles o estructurales y fibras solubles o no estructurales.
Las fibras insolubles (celulosa, hemicelulosa, lignina) se localizan en la corteza de los alimentos vegetales, tienen baja viscosidad, absorben agua sin disolverse en ella, aumentan el volumen fecal, disminuyen su consistencia y el tiempo de tránsito intestinal, y son poco fermentables en el colon; mientras que las fibras solubles (pectinas, gomas y mucílagos) están en la pulpa, se disuelven en agua, retrasan el vaciado gástrico, enlentecen el tránsito y son fermentadas en su totalidad, aumentando la carga bacteriana de las heces.
Los alimentos con mayor cantidad de fibra son el salvado de trigo, seguido de las leguminosas, harinas integrales y, en último lugar, frutas y verduras. Sin embargo, debemos advertir que el exceso de fibras provoca flatulencia, distensión abdominal, cólicos y deficiencia de hierro, calcio y zinc.
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