El magnesio es el octavo elemento más abundante en la corteza terrestre; y un nutrimento muy importante para mantener la salud, ya que actúa como un cofactor de cientos de enzimas que intervienen en la producción de energía en forma de ATP, metabolismo de la glucosa, formación de proteínas, y síntesis de los ácidos nucleicos (ADN y ARN), esenciales para la división celular, la inmunidad y la transmisión de la herencia. Se estima que un adulto promedio contiene aproximadamente 24 gramos de magnesio; 60% se localiza en los huesos, 39% dentro de las células y 1% en el espacio extracelular. El magnesio se elimina por heces, orina y sudor; por lo cual, sus requerimientos aumentan en casos de diarrea severa, sudoración profusa y con el uso de diuréticos. Su ingesta dietética diaria recomendada es de 350 mg para los hombres, y 300 mg para las mujeres, con 150 mg adicionales durante el embarazo y la lactancia. La deficiencia de magnesio en la actualidad es un problema de salud pública, pues afecta un 2.5%-15% de la población general. Su deficiencia causa náuseas, fatiga, debilidad, calambres, entumecimiento, hormigueo, dolor de cabeza, convulsiones, arritmia cardíaca, espasmos musculares y coronarios. Según algunas encuestas dietéticas, realizadas en Europa y Estados Unidos, la ingesta diaria está por debajo de las cantidades recomendadas (Grober U, y col. Nutrients. 2015;7(9):8199–226). Esto ha sido atribuido a la alimentación desbalanceada, y a una menor absorción intestinal. El magnesio abunda en los vegetales de hojas verdes, como espinaca y acelga, donde se encuentra formando parte de la clorofila (pigmento que le da el color verde a las hojas). Además, se encuentra en las nueces, cocoa, chocolate negro, gandules, habichuelas, lentejas, plátano, aguacate, etc. Según un metaanálisis, realizado en más de 1 millón de participantes (Fang y col.,BMC Medicine (2016) 14:210), el incremento de 100 mg/día en la ingesta alimentaria de magnesio, se asoció con una disminución en el riesgo de fallo cardíaco (22%), apoplejía (7%), diabetes mellitus tipo-2 (19%), y mortalidad global (10%). Algunos autores valoran la necesidad de consumir suplementos orales de magnesio, debido al empobrecimiento nutricional de los terrenos, el bajo consumo dietético y la pobre absorción intestinal.
El magnesio es el octavo elemento más abundante en la corteza terrestre; y un nutrimento muy importante para mantener la salud, ya que actúa como un cofactor de cientos de enzimas que intervienen en la producción de energía en forma de ATP, metabolismo de la glucosa, formación de proteínas, y síntesis de los ácidos nucleicos (ADN y ARN), esenciales para la división celular, la inmunidad y la transmisión de la herencia. Se estima que un adulto promedio contiene aproximadamente 24 gramos de magnesio; 60% se localiza en los huesos, 39% dentro de las células y 1% en el espacio extracelular. El magnesio se elimina por heces, orina y sudor; por lo cual, sus requerimientos aumentan en casos de diarrea severa, sudoración profusa y con el uso de diuréticos. Su ingesta dietética diaria recomendada es de 350 mg para los hombres, y 300 mg para las mujeres, con 150 mg adicionales durante el embarazo y la lactancia. La deficiencia de magnesio en la actualidad es un problema de salud pública, pues afecta un 2.5%-15% de la población general. Su deficiencia causa náuseas, fatiga, debilidad, calambres, entumecimiento, hormigueo, dolor de cabeza, convulsiones, arritmia cardíaca, espasmos musculares y coronarios. Según algunas encuestas dietéticas, realizadas en Europa y Estados Unidos, la ingesta diaria está por debajo de las cantidades recomendadas (Grober U, y col. Nutrients. 2015;7(9):8199–226). Esto ha sido atribuido a la alimentación desbalanceada, y a una menor absorción intestinal. El magnesio abunda en los vegetales de hojas verdes, como espinaca y acelga, donde se encuentra formando parte de la clorofila (pigmento que le da el color verde a las hojas). Además, se encuentra en las nueces, cocoa, chocolate negro, gandules, habichuelas, lentejas, plátano, aguacate, etc. Según un metaanálisis, realizado en más de 1 millón de participantes (Fang y col.,BMC Medicine (2016) 14:210), el incremento de 100 mg/día en la ingesta alimentaria de magnesio, se asoció con una disminución en el riesgo de fallo cardíaco (22%), apoplejía (7%), diabetes mellitus tipo-2 (19%), y mortalidad global (10%). Algunos autores valoran la necesidad de consumir suplementos orales de magnesio, debido al empobrecimiento nutricional de los terrenos, el bajo consumo dietético y la pobre absorción intestinal.
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