¿Cómo influyen la alimentación y el estilo de vida en el riesgo de padecer cáncer de mama?




La Sociedad Americana contra el Cáncer (ACS, siglas de su nombre en inglés) en una declaración del año 2014 (revisada en 24 de mayo, 2016) establece lo siguiente:

1- Alimentación.- No está claro, si la alimentación (tipo de grasa y suplementos de vitaminas) influye sobre el riesgo de padecer cáncer de  mama. Sin embargo, una alimentación baja en grasa, con muy poca carne roja o procesada; alta en frutas y verduras, siempre, ofrece otros beneficios.

2- Lactancia materna.- La lactancia prolongada (18-24 meses) podría disminuir ligeramente el riesgo de cáncer de mama; debido a la reducción en el número total de ciclos menstruales, y a la movilización de la grasa abdominal acumulada durante el embarazo.

3- Alcohol.- La relación entre alcohol y cáncer de mama es muy clara. Las mujeres que consumen una bebida de alcohol al día tienen un aumento muy ligero en el riesgo, comparadas con las que no consumen nada. Aquéllas que toman de 2 a 5 bebidas al día tienen alrededor de 1 1⁄2 veces más riesgo que las mujeres abstemias. Según  la ACS las mujeres no deben tomar más de un trago por día: una cerveza común (12 oz), una copa de vino (5 oz), o un trago (1.5 oz) de bebida destilada. ¡Lo ideal es no tomar!

4- Sobrepeso y obesidad.- El sobrepeso y la obesidad después de la menopausia aumentan el riesgo, debido al exceso de estrógeno producido por el tejido adiposo (sobre todo, la grasa abdominal), y al aumento de insulina en sangre. El riesgo parece ser mayor en las mujeres que aumentan de peso en su vida adulta; pero es posible que no aumente en aquellas que han tenido exceso de peso desde la infancia. La ACS recomienda mantener un peso saludable durante toda su vida.


5- Actividad física.- El ejercicio físico reduce el riesgo. Según el estudio "Iniciativa de Salud de las Mujeres", caminar a paso ligero 90-150 minutos por semana redujo el riesgo en un 18% . Así, la ACS recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de intensidad vigorosa por semana (o una combinación de ambas), preferiblemente repartidos durante la semana.

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