Dr. Jimmy Barranco, Nutriólogo Clínico.
El cerebro necesita continuamente combustibles energéticos de la dieta, pues trabaja 24/7 sin descansar, incluso durante el sueño. Lo que comemos afecta la estructura y función del cerebro, y en última instancia, nuestro estado de ánimo. Así como un vehículo de lujo funciona mejor con gasolina Premium, nuestro cerebro tendrá mejor rendimiento, si consumimos alimentos de buena calidad, ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes, que lo protejan del estrés oxidativo (radicales libres).
Desafortunadamente, como el auto de lujo puede dañarse al usar gasolina corriente, nuestro cerebro es afectado por los alimentos procesados o refinados, y los azúcares simples. Esta dieta es peligrosa para el cerebro, ya que afecta la secreción de insulina; promueve la inflamación y el estrés oxidativo, empeorando los síntomas de los trastornos del estado de ánimo, en especial, la depresión. En los últimos años se ha descubierto que nuestro estado de ánimo depende de lo que comemos y de la clase de bacterias que habitan en nuestro intestino.
La serotonina es un neurotransmisor que regula el sueño, el apetito, el humor e inhibe el dolor; se produce en un 95% a nivel intestinal (a partir del triptófano) por billones de bacterias "buenas" (lactobacilos y bifidofacterias). Estas bacterias se alimentan de fibras dietéticas, evitan el crecimiento de las bacterias "malas" y la inflamación; favorecen la absorción de los nutrimentos; y establecen una comunicación (mediante neurotransmisores) entre el intestino y el cerebro, a través de un millón de neuronas.
El consumo de probióticos (suplementos de bacterias buenas), mejora la ansiedad, el estrés y la salud mental. Según Sarris J (Lancet Psychiatry. 2015), la dieta mediterránea y la japonesa tradicional (ricas en frutas, verduras, cereales integrales y pescado; bajas en carnes magras y lácteos) disminuyen en 25-35% el riesgo de depresión, comparadas con la dieta occidental (rica en azúcares, alimentos procesados y refinados).
Según un consenso de la Sociedad Internacional de Psiquiatría Nutricional (World Psychiatr 14:3 - Octubre 2015), los nutracéuticos como: omega-3, ácido fólico, B12, colina, hierro, zinc, magnesio, vitamina D, S-adenosil metionina y aminoácidos, parecen ser beneficios en el manejo de los desórdenes mentales. Esto ha dado origen al novedoso campo de la psiquiatría nutricional.
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