Autor: Dr. Jimmy Barranco.
Cuando hablamos de espinacas inevitablemente pensamos en Popeye, aquel famoso marino de las tirillas cómicas, cuya fuerza y masa muscular aumentaban al ingerir su mágica poción de espinacas, "ricas" en hierro.
La popularidad de las espinacas como fuente de hierro se originó en 1870, cuando el químico alemán Erich Von Wolf investigaba la cantidad de hierro en las espinacas y en los vegetales verdes. Al escribir sus descubrimientos en un cuaderno, el experto cometió un error, y en vez de escribir que las espinacas tenían 3,5 miligramos de hierro en 100 gramos de alimento, olvidó la coma, quedando registrado entonces que el contenido de hierro era de 35 miligramos (¡10 veces más!).
Esto generó la creencia popular de que la espinaca es excepcionalmente alta en hierro, lo que hace al cuerpo más fuerte. Aunque el desliz de Von Wolf fue descubierto y corregido en 1937, los Soldados Franceses durante la Primera Guerra Mundial consumían vino fortificado con jugo de espinacas para tratar la anemia; y hoy, las espinacas siguen siendo una de las verduras consideradas más ricas en hierro, quizás por influencia del personaje de dibujos animados.
En 1981, el British Medical Journal publicó un artículo para desacreditar el mito de las espinacas, pero no pudo tener el impacto de Popeye, quien logró aumentar en un tercio el consumo de espinacas en Estados Unidos.
Los alimentos de origen vegetal (frutos secos, cereales integrales, verduras de hojas verdes y leguminosas) contienen hierro tipo no hemo, el cual se absorbe menos (2-4%) que el hierro tipo hemo de los cárnicos, cuya absorción alcanza hasta un 10%.
Los oxalatos de las espinacas interfieren con la absorción del hierro; igualmente, con el calor se pierde hasta un 30% de la vitamina C (la cual mejora la absorción intestinal del hierro no hemo), y hasta un 50% si las espinacas ya hervidas se dejan cubiertas con agua.
Sin embargo, en el 2011 investigadores del Instituto Karolinska de Suecia hallaron que los nitratos y no el hierro de las espinacas son los responsables de mejorar la eficiencia muscular, ya que aumentan la producción de energía (ATP) por las mitocondrias. Entonces, ¿Popeye tenía la razón?
Cuando hablamos de espinacas inevitablemente pensamos en Popeye, aquel famoso marino de las tirillas cómicas, cuya fuerza y masa muscular aumentaban al ingerir su mágica poción de espinacas, "ricas" en hierro.
La popularidad de las espinacas como fuente de hierro se originó en 1870, cuando el químico alemán Erich Von Wolf investigaba la cantidad de hierro en las espinacas y en los vegetales verdes. Al escribir sus descubrimientos en un cuaderno, el experto cometió un error, y en vez de escribir que las espinacas tenían 3,5 miligramos de hierro en 100 gramos de alimento, olvidó la coma, quedando registrado entonces que el contenido de hierro era de 35 miligramos (¡10 veces más!).
Esto generó la creencia popular de que la espinaca es excepcionalmente alta en hierro, lo que hace al cuerpo más fuerte. Aunque el desliz de Von Wolf fue descubierto y corregido en 1937, los Soldados Franceses durante la Primera Guerra Mundial consumían vino fortificado con jugo de espinacas para tratar la anemia; y hoy, las espinacas siguen siendo una de las verduras consideradas más ricas en hierro, quizás por influencia del personaje de dibujos animados.
En 1981, el British Medical Journal publicó un artículo para desacreditar el mito de las espinacas, pero no pudo tener el impacto de Popeye, quien logró aumentar en un tercio el consumo de espinacas en Estados Unidos.
Los alimentos de origen vegetal (frutos secos, cereales integrales, verduras de hojas verdes y leguminosas) contienen hierro tipo no hemo, el cual se absorbe menos (2-4%) que el hierro tipo hemo de los cárnicos, cuya absorción alcanza hasta un 10%.
Los oxalatos de las espinacas interfieren con la absorción del hierro; igualmente, con el calor se pierde hasta un 30% de la vitamina C (la cual mejora la absorción intestinal del hierro no hemo), y hasta un 50% si las espinacas ya hervidas se dejan cubiertas con agua.
Sin embargo, en el 2011 investigadores del Instituto Karolinska de Suecia hallaron que los nitratos y no el hierro de las espinacas son los responsables de mejorar la eficiencia muscular, ya que aumentan la producción de energía (ATP) por las mitocondrias. Entonces, ¿Popeye tenía la razón?
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